JACKSONVILLE, Florida: Pese a décadas de escrutinio científico, a los investigadores sobre la enfermedad de Alzheimer todavía les queda por resolver su causa y tratamiento. No obstante, se cree que al entender lo que subyace bajo los tres subtipos distintos, las nuevas investigaciones se enrumbarán por un camino esperanzador.
En un nuevo estudio publicado en JAMA Neurología, un equipo de neurocientíficos de Mayo Clinic en Florida dirigidos por la Dra. Melissa Murray examinó una región clave del cerebro y descubrió que los patrones de daño relacionados con la enfermedad de Alzheimer son diferentes según el subtipo y la edad de presentación.
Los investigadores dicen que las implicaciones de estas observaciones podrían ser importantes para el tratamiento.
“La enfermedad de Alzheimer afecta a de forma distinta la gente —comenta la Dra. Murray— y descubrir la razón permitirá desenmarañar los misterios de esta enfermedad, pues no debemos continuar pensando que se trata de un solo ente”.
La Dra. Murray y sus colegas de Mayo Clinic y del Centro Médico Mount Sinai examinaron el tejido cerebral donado por más de 1000 enfermos de Alzheimer fallecidos. Se concentraron en el área llamada centro colinérgico, que es la diana de las únicas terapias conocidas por controlar eficazmente los síntomas en algunos enfermos de Alzheimer, y estudiaron una de las características principales de la enfermedad que son los ovillos neurofibrilares, donde se produce la acumulación anormal de proteína que entorpece el sistema de transporte de las neuronas. Observaron dos patrones interesantes:
Primero, vieron más signos severos de la enfermedad en los pacientes con el subtipo “sin compromiso del hipocampo”. Pese a que el subtipo clásico de la enfermedad de Alzheimer afecta al hipocampo, que es el centro cerebral de la memoria, el subtipo que no lo compromete afecta principalmente a la corteza cerebral, área encargada del pensamiento y las acciones. Por ello, los enfermos de Alzheimer con este subtipo presentan síntomas en el comportamiento, en el lenguaje o perturbaciones visuales, más que pérdida de la memoria.
Segundo, la Dra. Murray y su equipo observaron más daños relacionados con la enfermedad de Alzheimer en quienes la afección se presentó a edad temprana (aparición de síntomas antes de los 65 años), comparado con aquellos cuyos síntomas surgieron más adelante en la vida.
Con base en estas observaciones, los investigadores creen que las terapias existentes serían más eficaces para las personas que padecen este subtipo de la enfermedad de Alzheimer y para los pacientes con el tipo de aparición temprana. Los investigadores esperan que el siguiente paso que den sea la comprobación de esta hipótesis en pacientes vivos.
Entretanto, la Dra. Murray subraya la importancia de esforzarse en la exactitud del diagnóstico. Se cree que más del 10 por ciento de los casos de enfermedad de Alzheimer corresponden al subtipo sin compromiso del hipocampo, pero a menudo se lo diagnostica mal debido a que aparece a edad temprana y con síntomas poco clásicos, añade la científica. En estos pacientes, el deterioro cognitivo puede ocurrir de manera repentina, lo cual hace aún más importante tener un diagnóstico inicial correcto.
“Por ejemplo, nuestros resultados plantean que cuando un paciente joven presenta síntomas relacionados con la personalidad, los cuales normalmente apuntarían hacia una demencia frontotemporal, justifica que el médico considere hacer análisis para los biomarcadores de la enfermedad de Alzheimer y otras exploraciones”, explica la Dra. Murray.
A medida que su equipo se esfuerza por ayudar a los futuros pacientes, la Dra. Murray reconoce con gratitud a los enfermos de Alzheimer fallecidos que donaron sus tejidos al banco de cerebro de Mayo Clinic en Florida. Dicha institución contiene más de 7000 muestras que permiten a los científicos entender mejor los trastornos neurodegenerativos. “Nuestros estudios pueden llevarse a cabo gracias a la bondad de los pacientes”, dice la Dra. Murray.
Otros investigadores que participaron en el estudio son: el autor principal Fadi Hanna Al-Shaikh, la Dra. Julia Crook, Elizabeth Lesser, la Dra. Jolien Schaeverbeke, Kelly Hinkle, el Dr. Owen Ross, la Dra. Nilufer Taner, el Dr. Otto Pedraza, el Dr. Dennis Dickson y el Dr. Neill Graff-Radford, todos pertenecientes a Mayo Clinic, así como el Dr. Ranjan Duara del Centro Médico Mount Sinai.
La investigación fue financiada por el Instituto Nacional del Envejecimiento, el Departamento de Salud de Florida, el Programa Ed y Ethel Moore para investigación sobre la enfermedad de Alzheimer, el premio Familia Gerstner al desarrollo profesional y la Asociación para la enfermedad de Alzheimer.
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