BYLINE: Eleanor Spring, Science Communicator

Newswise — En su búsqueda por desentrañar los misterios del Universo, los astrónomos dependen de los datos de alta calidad que se recogen en grandes observatorios con alta demanda. Para poder realizar descubrimientos innovadores, se deben obtener datos con la mejor calidad posible en las observaciones astronómicas, lo que significa que los telescopios deben estar ubicados en los mejores lugares del mundo. 

Para los telescopios, un lugar óptimo significa muchas cosas: deben estar lo más lejos posible de la contaminación lumínica; a gran altitud, para reducir la interferencia atmosférica y garantizar observaciones sin obstáculos; y finalmente, deben ubicarse en algún lugar con muchas noches despejadas, pues la gran mayoría de telescopios terrestres serían sólo costosos pedazos de metal bajo un cielo repleto de nubes.

Para cumplir estas necesidades medioambientales, los observatorios suelen estar situados en algunos de los lugares más remotos de la Tierra. Aunque la observación presencial es cada vez menos común debido a las capacidades de observación remota, algunos astrónomos siguen visitando estos observatorios aislados en la cima de las montañas, incluyendo aquellos que desean estar presentes mientras se recogen sus datos, así como los estudiantes y científicos que inician su carrera y que se están familiarizando con los telescopios que algún día utilizarán. Trabajar en estos lugares puede ser una experiencia surrealista, pero también puede presentar algunos desafíos únicos, y poner a prueba la adaptabilidad de los astrónomos visitantes a condiciones desconocidas.

Por ejemplo, el Observatorio Cerro Tololo (CTIO), hogar de unos 40 telescopios que incluyen el Telescopio de 4 metros Víctor M. Blanco, se ubica en la cima de Cerro Tololo, una región montañosa de Chile, en Sudamérica, a unos 80 kilómetros al interior de la ciudad costera de La Serena. A unos 35 minutos en auto desde CTIO se encuentra la vecina montaña de Cerro Pachón, hogar del telescopio Gemini Sur; una mitad del Observatorio Internacional Gemini, lugar que también alberga el Telescopio de Investigación Astrofísica del Sur (SOAR) de 4,1 metros y el Observatorio Vera C. Rubin, actualmente en construcción.

Para acceder a ambos cerros, se debe viajar por un camino largo y sinuoso con un paisaje desértico y rocoso. Si bien el trayecto desde La Serena sólo dura un par de horas, se suele recomendar a los observadores que lleguen un día antes para poder aclimatarse a la altura, que con 2.207 metros (Cerro Tololo) y 2.722 metros (Cerro Pachón), supera bastante el límite en el que algunas personas empiezan a sufrir mal de altura. En un lugar tan remoto, algunos recursos –como los principales servicios médicos– están a más de dos horas de distancia. Por lo tanto, el personal y las visitas tienen que recurrir a tecnología antigua, pero confiable, como las radios portátiles, para solicitar ayuda a los servicios de enfermería y paramédicos del sitio, en caso de ser requeridos para alguien que sienta los efectos de la falta de oxígeno por la altura.

Por suerte, los astrónomos visitantes cuentan con dormitorios especiales en el sitio para descansar tras una larga noche de observación. Estos alojamientos no son exactamente salidos de Airbnb, pero sí ofrecen lo básico: cama, refrigerador, microondas e incluso wifi, además de las indispensables cortinas oscuras tipo black-out para dormir durante el día. Más allá de su puerta principal, los visitantes pueden avistar de vez en cuando fauna local como vizcachas, zorros, pumas, loros tricahue, cóndores y una diversa variedad de insectos. 

A pesar de los desafíos, los visitantes de Cerro Tololo y Cerro Pachón pueden esperar maravillarse por la espectacular claridad del cielo nocturno del hemisferio sur. Algunos astrónomos incluso cuentan que, en una noche sin Luna, pueden ver su sombra creada por nada más que el brillo de la banda estelar de la Vía Láctea.

A más de 10.000 kilómetros de distancia, en el hemisferio norte, se encuentra Gemini Norte, el telescopio gemelo de Gemini Sur, situado cerca de la cima del dormido volcán hawaiano, Maunakea. Con una impresionante altura de 4.214 metros sobre el nivel del mar, Gemini Norte tiene la distinción de estar (por lejos) en el lugar más alto de todos los observatorios de NOIRLab. Por esa razón, a pesar de encontrarse a sólo 70 kilómetros de la ciudad más cercana, Hilo, el observatorio puede sentirse excepcionalmente aislado. Algunos describen su visita como una extraña sensación de estar en otro planeta.

Aunque la mayoría de los astrónomos visitantes se hospeda y trabaja desde la instalación base en Hilo, los que viajan a la cumbre tienen la oportunidad de disfrutar de la extraordinaria experiencia de observar cielos despejados mientras contemplan desde lo alto un manto turbulento de nubes: una vista que muchos de nosotros sólo podemos experimentar desde un avión.

Al otro lado del océano Pacífico, en el estado suroeste de Estados Unidos, Arizona, se encuentra el Observatorio Nacional Kitt Peak (KPNO por sus siglas en inglés), ubicado a unos 88 kilómetros de la ciudad más cercana, Tucson. KPNO se encuentra a una altitud de 2.096 metros en las Montañas Quinlan, una de las muchas cadenas montañosas remotas en el sureste de Arizona conocidas como islas serranas. El observatorio nacional tiene su morada en una tierra que pertenece a la Nación Tohono O’odham, en la cima de Kitt Peak, que su pueblo conoce como I'oligam Du'ag. KPNO abarca unas 80 hectáreas de las casi 1.200.000 hectáreas de la Nación, y ofrece a los astrónomos visitantes la oportunidad de contemplar parte de la geología, flora y fauna únicas del Desierto de Arizona-Sonora.

Debido a la altitud del observatorio y a su ubicación desértica, las noches pueden ser frías, incluso durante los meses de verano. Además, el observatorio no cuenta con mucho personal nocturno, por lo que el sitio tiene una calma un poco inquietante. Una astrónoma recuerda haberse quedado accidentalmente fuera del telescopio por una hora en medio de una noche de observación y no tenía señal de teléfono, lo que demuestra la importancia de llevar siempre una radio portátil. Su colega sólo asumió que estaba disfrutando de la extraordinaria vista del cielo nocturno, ¡cuando en realidad estaba pasando un frío muy intenso!

Visitar las cimas de los remotos observatorios de NOIRLab es realmente una experiencia única. Este breve resumen es un pequeño vistazo al fascinante desafío que conlleva realizar observaciones astronómicas en persona y a los (literales) “extremos” que los astrónomos están dispuestos a llegar para aprender sobre nuestro Universo.

 

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