Newswise — A population of endangered giant tortoises, which once dwindled to just over a dozen, has recovered on the Galapagos island of Española, a finding described as “a true story of success and hope in conservation” by the lead author of a study published today (Oct. 28).
Some 40 years after the first captive-bred tortoises were reintroduced to the island by the Galapagos National Park Service, the endemic Española giant tortoises are reproducing and restoring some of the ecological damage caused by feral goats that were brought to the island in the late 19th century.
“The global population was down to just 15 tortoises by the 1960s. Now there are some 1,000 tortoises breeding on their own. The population is secure. It’s a rare example of how biologists and managers can collaborate to recover a species from the brink of extinction, ” said James P. Gibbs, a professor of vertebrate conservation biology at the SUNY College of Environmental Science and Forestry (ESF) and lead author of the paper published in the journal “PLOS ONE.”
Gibbs and his collaborators assessed the tortoise population using 40 years of data from tortoises marked and recaptured repeatedly for measurement and monitoring by members of the Galapagos National Park Service, Charles Darwin Foundation, and visiting scientists.
But there is another side to the success story: while the tortoise population is stable, it is not likely to increase until more of the landscape recovers from the damage inflicted by the now-eradicated goats.
“Population restoration is one thing but ecological restoration is going to take a lot longer,” Gibbs said.
After the goats devoured all the grassy vegetation and were subsequently removed from the island, more shrubs and small trees have grown on Española. This hinders both the growth of cactus, which is a vital piece of a tortoise’s diet, and the tortoises’ movement. Chemical analysis of the soil, done by Dr. Mark Teece, an ESF chemistry professor, shows there has been a pronounced shift from grasses to woody plants on the island in the last 100 years.
The shrubs and trees also inhibit the movements of the endangered waved albatross that breeds on the island. Gibbs said the plants make it difficult for the ungainly sea birds to take flight.
“This is a miraculous conservation success accomplished by the Galapagos National Park Service,” said Gibbs, “ but there is yet more work to fully recover the ecosystem upon which the tortoises and other rare species depend.”
Gibbs’ co-authors on the study are Elizabeth A. Hunter, an ESF alumna who is now a Ph.D. student at the University of Georgia; Kevin T. Shoemaker, an ESF alumnus who is now a research scientist at SUNY’s Stony Brook University; Washington H. Tapia formerly of the Galapagos National Park Service; and Linda J. Cayot of the Galapagos Conservancy. The research was supported by the Galapagos National Park Service, the Galapagos Conservancy, the Prometeo Program of Ecuador’s National Secretariat for Higher Education, Science, Technology and Innovation, and the U.S. National Science Foundation. ___Tortugas gigantes se restablecen en una isla Galápagos
Especies endémicas se establecen una población segura; el ecosistema requiere más reparaciones
Una población de tortugas gigantes en peligro de extinción que hace un tiempo fueron un poco más que una docena, se han recuperado en la Isla Galápagos de Española, según un hallazgo descrito como “una historia verdadera de éxito y esperanza en la conservación” por el autor principal de una investigación publicado hoy (28 de Octubre).
Hace 40 años después de las primeras tortugas gigantes criadas en cautividad fueron repatriadas a la isla por el Parque Nacional Galápagos, las tortugas gigantes endémicas Españolas se están reproduciendo y restaurando algunos de los daños ecológicos causados por las cabras salvajes que fueron traídas a la islas en los finales del siglo 19.
“En la década de los sesentas, la población global de tortugas gigantes fueron reducidas a 15 ejemplares. Hoy en día hay miles de tortugas gigantes reproduciendose por sí mismas. La población es segura. Es un ejemplo único cómo los biólogos y científicos pueden colaborar juntos para recuperar una especie al borde de la extinción, “ citó James P. Gibbs, profesor de biología de la conservación de los vertebrados en la SUNY College of Environmental Science and Forestry (ESF) y autor principal del estudio publicado en la revista “PLOS ONE”.
El Sr. Gibbs y sus colaboradores evaluaron la población de tortugas gigantes utilizando 40 años de datos de tortugas gigantes marcadas y recapturadas varias veces por medida y monitoreo por los miembros del Parque Nacional Galápagos, la Fundación Charles Darwin y otros científicos.
Pero hay otra cara de esta exitosa historia, mientras la población de tortugas gigantes se encuentra estable, es probable que la población no aumentará hasta que el paisaje se recupere de los daños causados por las cabras que hasta ahora están erradicadas.
“La restauración de una población es un logro pero la restauración ecológica se demora mucho más tiempo” dijo él.
Despues de que las cabras comieran toda la flora finalmente fueron sacadas de la isla, más arbustos y árboles pequeños han crecidos en Española. Esto impide el crecimiento del cactus lo cual es una parte importante en la dieta de la tortuga pero también impide el movimiento de las tortugas. Un análisis químico del suelo hecho por el Dr. Mark Teece, profesor de química en ESF muestra que hay un cambio drástico de pastos a plantas arboladas en la isla en los últimos cien años.
Los arbustos y árboles también impiden los movimientos del albatros de Galápagos que se encuentra en peligro de extinción y que se reproduce en la isla. Gibbs dice que las plantas se hacen muy difíciles para que el ave marino desgarbado tome vuelo.
“Este es un milagro de conservación exitoso logrado por el Parque Nacional Galápagos,” dijo Gibbs, “pero falta más trabajo para recuperar completamente el ecosistema del cual las tortugas gigantes y otras especies nativas dependen.”
Los co-autores de Gibbs en la investigación son Elizabeth A. Hunter, ex alumna de ESF y candidata Ph.D. en la University of Georgia; Kevin T. Shoemaker, ex alumno de ESF y investigador científico en SUNY Stony Brook University; Washington H. Tapia anteriormente del Parque Nacional Galápagos; y Linda J. Cayot de la Galapagos Conservancy. La investigación fue apoyada por el Parque Nacional Galápagos, la Galapagos Conservancy, el Programa Prometeo de la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación de Ecuador y U.S. National Science Foundation.
Se encuentra esta publicación online en at http://dx.plos.org/10.1371/journal.pone.0110742